morir, nacer y despertar en grupo.


"Hay un libro de aforismos que nunca ha sido publicado y que probablemente no lo será
jamás. Ya he hablado de él cuando nos preguntábamos sobre el sentido del saber, y el
aforismo que les he citado ha sido extraído de él.
"Con referencia a lo que estamos hablando ahora, este libro decía:
«El hombre puede nacer, pero para nacer primero debe morir; y para morir, primero debe
despertar.» "En otra parte, este mismo libro dice:
«Cuando el hombre despierta, puede morir; cuando muere, puede nacer.»
"Debemos comprender lo que esto significa.
"«Despertar», «morir», «nacer». Estas son tres etapas sucesivas. Si estudian los Evangelios
con atención, verán que se trata a menudo sobre la posibilidad de «nacer», pero los textos no
hablan menos de la necesidad de «morir», y también muy a menudo de la necesidad de
«despertar»: «Velad, porque no conocéis ni el día ni la hora...» Pero estas tres posibilidades:
despertar (ó no dormir), morir, y nacer, no se ponen en relación una con otra. Sin embargo,
toda la cuestión está allí. Si un hombre muere sin haber despertado, no puede nacer. Si un
hombre nace sin haber muerto, puede devenir una «cosa inmortal». Así, el hecho de no haber
«muerto» impide que el hombre «nazca»; y el hecho de no haber despertado le impide
«morir»; y de haber nacido antes de «morir», este hecho le impedirá «ser».
"Ya hemos hablado lo suficiente del significado del «nacimiento». Nacer no es sino otra
palabra para designar el comienzo de un nuevo crecimiento de la esencia, el comienzo de la
11 San Juan, XII, 24.
formación de la individualidad, el comienzo de la aparición de un «Yo» indivisible.
"Pero para ser capaz de alcanzarlo, o al menos de entrar en este camino, el hombre debe
morir; esto quiere decir que debe liberarse de una multitud de pequeños apegos y de
identificaciones que lo mantienen en la situación en que se encuentra actualmente. En su vida
tiene apego por todo, está apegado a su imaginación, apegado a su estupidez, apegado aun a
sus sufrimientos — y quizás a sus sufrimientos más aún que a cualquier otra cosa. Debe
liberarse de este apego. El apego a las cosas, la identificación con las cosas, mantienen
vivientes en el hombre un millar de «yoes» inútiles. Estos «yoes» deben morir para que el
gran Yo pueda nacer. Pero ¿cómo se puede hacerlos morir? No quieren morir. Es aquí donde
la posibilidad de despertar viene en nuestra ayuda.
"Despertar significa darse cuenta de su propia nulidad, es decir, darse cuenta de su propia
mecanicidad, completa y absoluta, y de su propia impotencia, no menos completa ni menos
absoluta. Pero no basta comprenderlo filosóficamente con palabras. Hay que comprenderlo
con hechos sencillos, claros, concretos, con hechos que nos conciernen. Cuando un hombre
comienza a conocerse un poco, ve en sí mismo muchas cosas que no pueden dejar de
horrorizarlo. En tanto que un hombre no se horrorice, no sabe nada sobre sí mismo.
"Un hombre ha visto en sí mismo algo que lo horroriza. Decide deshacerse de esto,
eliminarlo, acabar con ello. Sin embargo, siente que a pesar de sus esfuerzos no puede
hacerlo, que todo permanece como antes. Entonces verá su impotencia, su miseria y su
nulidad; o también, cuando comienza a conocerse a sí mismo, un hombre ve que no posee
nada, es decir que todo lo que él consideraba como suyo, sus ideas, sus pensamientos, sus
convicciones, sus hábitos, aun sus defectos y sus vicios, nada de todo esto le pertenece: todo
ha sido tomado de cualquier parte, todo ha sido copiado tal cual es. El hombre que siente esto
puede sentir su nulidad. Al sentir su nulidad, no por un segundo ni por un momento, sino
constantemente, un hombre se verá tal cual es en realidad, y no lo olvidará jamás.
"Esta conciencia continua de su nulidad y de su miseria, finalmente le dará el valor para
«morir», es decir para morir no simplemente en su mente, o en teoría, sino morir de hecho, y
renunciar positivamente y para siempre a todos estos aspectos de sí mismo que no ofrecen
ninguna utilidad desde el punto de vista de su crecimiento interior, o que se le oponen. Estos
aspectos son ante todo su «falso Yo», y luego todas sus ideas fantásticas sobre su
«individualidad», su «voluntad», su «conciencia», su «capacidad de hacer», sus poderes, su
iniciativa, sus capacidades de decisión, y así sucesivamente.
"Mas para llegar un día a ser capaz de ver una cosa todo el tiempo, hay que verlo primero una
vez, aunque sea por un segundo. Todos los nuevos poderes, todas las capacidades de
realización, vienen de una sola y misma manera. Al comienzo se trata sólo de raras
vislumbres que no duran sino un instante;
luego éstas pueden reproducirse más a menudo y durar cada vez más tiempo, hasta que al fin,
después de un larguísimo trabajo, se vuelven permanentes. La misma ley se aplica al
despertar. Es imposible despertar completamente de un solo golpe. Hay que comenzar
primero por despertar durante muy breves instantes. Pero hay que morir de golpe y para
siempre, después de haber hecho un cierto esfuerzo, después de haber triunfado sobre un
cierto obstáculo, después de haber tomado una cierta decisión, de la cual no se puede
retroceder. Esto sería difícil y aun imposible, si no se hubiera hecho anteriormente un despertar
lento y gradual.
''Pero hay miles de cosas que impiden que el hombre despierte y que lo mantienen en poder de
sus sueños. Para actuar conscientemente con la intención de despertar, hay que conocer la
naturaleza de las fuerzas que retienen al hombre en el sueño.
"Ante todo, hay que comprender que el sueño en el cual existe el hombre no es un sueño
normal, sino hipnótico. El hombre está hipnotizado, y este estado hipnótico está mantenido y
reforzado continuamente en él. Todo pasa como si hubiera ciertas «fuerzas» para las cuales
sería útil y beneficioso el mantener al hombre en un estado hipnótico, con el fin de impedirle
que vea la verdad y que se dé cuenta de su situación.
"Cierto cuento oriental habla de un mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas.
Este mago era muy avaro. No quería contratar pastores, y no quería cercar los prados donde
pacían sus ovejas. Las ovejas se extraviaban en el bosque, se caían de los barrancos, se
perdían, y sobre todo se fugaban cuando se aproximaba el mago, porque sabían que él quería
su carne y su piel. Y a las ovejas esto no les agradaba.
"Por fin, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a las ovejas y les sugirió primeramente que
eran inmortales, y que no les haría ningún daño el ser despellejadas, que al contrario este
tratamiento era excelente para ellas, y aun agradable; luego el mago les sugirió que él era un
buen pastor que amaba mucho a su rebaño, que estaba dispuesto a hacer toda clase de
sacrificios por él; en fin, les sugirió que si les llegase a suceder la menor cosa, eso no ocurriría
en ningún caso ahora, ese mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse.
Después el mago les metió en la cabeza que de ninguna manera eran ovejas; sugirió a algunas
que eran leones, a otras que eran águilas, y a otras que eran hombres o que eran magos.
"Hecho esto sus ovejas no le causaron más molestias ni preocupación. No se escapaban más,
esperando por el contrario con serenidad el instante en que el mago las esquilara o las
degollara.
"Este cuento ilustra perfectamente la situación del hombre.
"En la literatura llamada «oculta», ustedes probablemente han encontrado las expresiones
«Kundalini», «el fuego de Kundalini» o «la serpiente de Kundalini». Estos términos se emplean
a menudo para señalar un poder extraño latente en el hombre que puede ser despertado.
Pero ninguna de las teorías conocidas da la verdadera explicación de la fuerza de Kundalini.
Esta fuerza se atribuye a veces al sexo, a la energía sexual, es decir se asocia a la idea de que
es posible emplear la energía del sexo para otros fines. Esta última interpretación es
completamente errónea, porque Kundalini puede estar en todas las cosas. Y sobre todo,
Kundalini no es en ningún caso algo deseable o útil para el desarrollo del hombre. Es muy
curioso notar cómo los ocultistas se han valido de una palabra cuya significación han alterado
completamente, logrando hacer de esta muy peligrosa fuerza un objeto de esperanza y una
promesa de bendición.
"En realidad, Kundalini es el poder de la imaginación, el poder de la fantasía, que usurpa el
lugar de una función real. Cuando un hombre sueña en vez de actuar, cuando sus sueños
toman el lugar de la realidad, cuando un hombre se toma a sí mismo por un león, un águila o
un mago, es la fuerza de Kundalini que actúa en él. Kundalini puede actuar en todos los
centros, y con su ayuda todos los centros pueden satisfacerse, ya no en lo real sino en lo
imaginario. Una oveja que se toma a sí misma por un león o por un mago, vive bajo el poder
de Kundalini.
"Kundalini es una fuerza que ha sido introducida en los hombres para mantenerlos en su
estado actual. Si los hombres pudieran darse cuenta realmente de su situación, si pudieran
darse cuenta de todo el horror de esto, serían incapaces de seguir siendo como son, ni siquiera
por un segundo. Comenzarían en seguida a buscar una salida, y la encontrarían muy
rápidamente porque hay una salida; pero los hombres no la ven, simplemente porque están
hipnotizados. Kundalini es la fuerza que los mantiene en un estado de hipnosis. Para el
hombre, despertar significa estar «deshipnotizado». Allí está la dificultad principal, pero es
igualmente allí donde encontramos la garantía de la posibilidad del despertar, porque no hay
legitimación orgánica para tal sueño — el hombre puede despertar.
"Teóricamente, lo puede hacer, pero prácticamente es casi imposible, porque tan pronto un
hombre abre los ojos, despertando por un momento, todas las fuerzas que lo retienen en el
sueño ejercitan de nuevo sobre él una fuerza diez veces más fuerte, e inmediatamente recae en
el sueño, muy a menudo soñando que está despierto o que está despertando.
"En el sueño ordinario, en ciertos casos un hombre quisiera despertar, pero no puede. Se dice
que está despierto, pero en realidad continúa durmiendo — y esto puede producirse repetidas
veces antes de que por fin despierte. En el caso del sueño ordinario, una vez despierto el
hombre se encuentra en un estado diferente; pero en el caso del sueño hipnótico, es otra cosa:
no hay signos objetivos, al menos cuando uno comienza a despertar; el hombre no se puede
pellizcar para ver si está dormido. Y si un hombre — que Dios lo guarde — ha oído hablar
alguna vez de signos objetivos, Kundalini los transforma inmediatamente en imaginación y
ensueños.
"Por no darse cuenta cabalmente de la dificultad de despertar, es imposible comprender la
necesidad de un trabajo largo y duro para despertar.
"Por lo general, ¿qué es necesario para despertar a un hombre dormido? Se necesita un buen
choque. Pero cuando un hombre está profundamente dormido, un solo choque no es
suficiente. Se necesita un largo período de choques incesantes. Por lo tanto tiene que haber
alguien para administrar estos choques. He dicho antes que un hombre deseoso de despertar
tiene que contratar a un ayudante que se encargue de sacudirlo durante largo tiempo. Pero ¿a
quién puede contratar si todo el mundo duerme? Contrata a alguien para que lo despierte, pero
éste también cae dormido. ¿De qué le sirve? En cuanto a un hombre realmente capaz de
mantenerse despierto, es probable que rehusará perder su tiempo despertando a los demás.
Puede tener su propio trabajo, mucho más importante para él.
"Hay también la posibilidad de despertar por medios mecánicos. Se puede usar un reloj
despertador. Pero por desgracia uno se acostumbra demasiado rápidamente a cualquier
despertador; simplemente deja de oírlo. Se necesitan entonces muchos despertadores, con
timbres variados. Un hombre debe literalmente rodearse de despertadores que le impidan
dormir. Pero aquí nuevamente surgen dificultades. Hay que darles cuerda a los despertadores;
para darles cuerda uno tiene que acordarse de ellos; a fin de acordarse de ellos uno tiene que
despertar a menudo. Pero lo que es aún peor, un hombre se acostumbra a todos los
despertadores, y después de cierto tiempo sólo le sirven para dormir mejor. Por consiguiente,
hay que cambiar los despertadores continuamente, y es necesario siempre inventar nuevos. En
el curso del tiempo, esto puede ayudar al hombre a despertar. Pero hay muy poca probabilidad
de que un hombre haga todo este trabajo, de dar cuerda, inventar y cambiar despertadores,
todo por sí mismo, sin ayuda de afuera. Lo más probable es que habiendo comenzado este
trabajo, no tardará en dormirse, y dormido soñará que inventa despertadores, que les da
cuerda y que los cambia — y como ya lo he dicho, con esto sólo dormirá mejor.
"Por consiguiente, para despertar, se necesita toda una combinación de esfuerzos. Es
indispensable que haya alguien para despertar al durmiente; es indispensable que haya alguien
para vigilar al que lo despierta; hay que tener despertadores, y también hay que inventar
constantemente nuevos despertadores.
"Pero para llevar a cabo este propósito y obtener resultados, cierto número de personas deben
trabajar en conjunto.
"Un hombre solo no puede hacer nada.
"Antes que nada, necesita ayuda. Pero un hombre solo no puede contar con ayuda. Aquellos
que son capaces de ayudar, valorizan su tiempo en un precio muy alto. Naturalmente prefieren
ayudar, digamos, a veinte o treinta personas que quieren despertar, más bien que a una sola.
Además, como ya lo he dicho, un hombre puede engañarse fácilmente sobre su despertar,
tomando por despertar lo que es simplemente un nuevo sueño. Si varias personas deciden
luchar juntas contra el sueño, se despertarán mutuamente. Sucede muy a menudo que veinte
de ellos duermen, pero la vigésima primera se despertará, y despertará a las demás. Lo mismo'
pasa con los despertadores. Un hombre inventa un despertador, un segundo inventa otro,
después podrán hacer un intercambio. En conjunto pueden ser entre sí de gran ayuda, y sin
esta mutua ayuda nadie puede lograr nada.
"Por lo tanto, un hombre que quiere despertar tiene que buscar otras personas que también
quieran despertar, a fin de trabajar con ellas. Esto, sin embargo, es más fácil decirlo que
hacerlo, porque poner en marcha tal trabajo y organizarlo requiere un conocimiento que un
hombre ordinario no posee. El trabajo tiene que ser organizado y tiene que tener un jefe. Sin
estas dos condiciones el trabajo no puede producir los resultados esperados, y todos los
esfuerzos serán vanos. Los hombres pueden torturarse, pero estas torturas no los harán
despertar. Parece que para algunas personas, nada es más difícil de comprender. Por sí
mismas y por su propia iniciativa, pueden ser capaces de grandes esfuerzos y de grandes
sacrificios. Pero como sus primeros esfuerzos y sus primeros sacrificios deben consistir en
obedecer a otro, nada en el mundo los inducirá jamás a hacerlo. Y no quieren admitir que
todos sus esfuerzos y todos sus sacrificios, en este caso, no pueden servir de nada.
"El trabajo tiene que ser organizado, y no puede ser organizado sino por un hombre que
conoce sus problemas y sus metas, 'que conoce sus métodos; por un hombre que a su vez ha
pasado por un trabajo igualmente organizado.
"El trabajo comienza generalmente en un grupo pequeño. Este grupo por lo general está
conectado con toda una serie de grupos análogos de diferentes niveles, cuyo conjunto
constituye lo que se puede llamar una «escuela preparatoria».
"La primera característica de los grupos, su rasgo más esencial, es que no se constituyen
según el deseo y las preferencias de sus miembros. Los grupos son constituidos por el
maestro, quien desde el punto de vista de sus metas selecciona los tipos de hombre capaces de
ser útiles unos a otros.
"Ningún trabajo de grupo es posible sin un maestro. El trabajo de grupo con un mal maestro
sólo puede producir resultados negativos.
"La segunda característica importante del trabajo de grupos es que éstos pueden estar
conectados con alguna meta de la cual los que comienzan el trabajo no tienen la menor idea, y
que no se les puede explicar hasta que ellos comprendan la esencia y los principios del
trabajo, y todas las ideas conectadas con él. Pero esta meta hacia la cual van y a la que sirven
sin conocerla, es el principio de equilibrio sin el cual su propio trabajo no podría existir. La
primera tarea es comprender esta meta, es decir, la meta del maestro. Cuando han
comprendido esta meta — aunque al comienzo sea sólo parcialmente — su propio trabajo se
torna más consciente y por lo tanto puede dar mejores resultados. Pero, como ya lo he dicho, a
menudo sucede que la meta del maestro no puede ser explicada al comienzo.
"Por lo tanto, la primera meta de un hombre que comienza el estudio de sí, debe ser
incorporarse a un grupo. El estudio de sí sólo puede realizarse en grupos debidamente
organizados. Un hombre solo no puede verse a sí mismo. Pero cierto número de personas
asociadas para este fin aportarán una mutua ayuda, aun sin quererlo. Una característica típica
de la naturaleza humana es que un hombre siempre ve los defectos de los otros más
fácilmente que los suyos. Al mismo tiempo, en la senda del estudio de sí, un hombre aprende
que él mismo posee todos los defectos que encuentra en los demás. Pero hay muchas cosas
que no ve en sí mismo, mientras que en otros las comienza a ver. Sin embargo, como acabo de
decir, ahora sabe que estas características son también suyas. Por lo tanto los otros miembros
del grupo le sirven de espejos en los cuales se ve a si mismo. Pero, por supuesto, a fin de
verse a sí mismo en los defectos de sus compañeros y no meramente verles sus faltas, un
hombre debe estar en guardia sin tregua, y ser muy sincero consigo mismo.
"Debe recordar que no es uno; que una parte de si mismo es el hombre que quiere despertar y
que la otra parte —«Ivanov», «Petrov» o «Zakharov»— no tiene deseo alguno de «despertar»
y que tiene que ser despertada a la fuerza.
"Usualmente un grupo es un pacto concertado entre los Yoes de cierto número de personas
para emprender juntos la lucha contra todos los «Ivanov», «Petrov» y «Zakharov», es decir
contra sus «falsas personalidades».
"Tomemos a Petrov. Petrov consiste en dos partes — Yo y «Petrov». Pero Yo carece de
fuerzas frente a Petrov. Petrov es el amo. Supongamos que hay veinte personas; veinte Yoes
comienzan entonces a luchar contra un solo Petrov. Ahora ellos se pueden mostrar más fuertes
que él. En todo caso, pueden malograrle su sueño, impedirle dormir tan tranquilamente como
antes. Y asi, la meta se alcanza.
"Además, en el trabajo del estudio de sí, cada uno comienza a acumular todo un material que
resulta de las observaciones de sí mismo. Veinte personas tendrán veinte veces más material.
Y cada una de ellas podrá usar la totalidad de este material, porque el intercambio de las
observaciones es uno de los propósitos de la existencia de los grupos.
"Cuando se está organizando un grupo, se les imponen ciertas condiciones a todos sus
miembros; además, se prevén condiciones especiales para cada uno.
"Las condiciones generales impuestas al comienzo del trabajo son habitualmente de este tipo:
primero se les explica a todos los miembros del grupo que tienen que mantener secreto todo
cuanto oyen y aprenden en el grupo, y no solamente mientras sean miembros, sino de una vez
por todas y para siempre.
"Esta es una condición indispensable cuyo principio debe ser asimilado desde el comienzo
mismo. En otras palabras, deben comprender que en esto no hay la menor tentativa de hacer
un secreto de lo que no es esencialmente un secreto, ni hay la intención deliberada de
privarlos del derecho de intercambiar ideas con sus allegados o con sus amigos.
"La simple razón de esta condición es el hecho de que son incapaces de transmitir
correctamente lo que oyen en los grupos. Pero muy pronto, a través de su propia experiencia
personal comienzan a apreciar cuantos esfuerzos, cuánto tiempo, y cuántas explicaciones se
necesitan para llegar a comprender lo que se dice en los grupos. Se vuelve claro para ellos
entonces que son incapaces de dar a sus amigos una idea justa de lo que ellos mismos han
aprendido. Al mismo tiempo, comienzan a comprender que al dar a sus amigos ideas
equivocadas les cortan para siempre toda posibilidad de acercamiento al trabajo, o de poder
comprender algo — sin considerar el hecho de que de este modo van creando para ellos
mismos toda clase de dificultades y de sinsabores para el, futuro. Si a pesar de esta
advertencia un hombre trata de transmitir a sus amigos lo que se ha hablado en los grupos,
muy pronto se convencerá de que las tentativas en esta dirección dan resultados enteramente
inesperados e indeseables. O bien las personas comienzan a discutir con él, y sin querer
escucharle tratan de imponerle sus propias teorías, o bien interpretan mal todo cuanto él les
dice, atribuyendo un sentido completamente diferente a todo lo que le oyen decir. Viendo esto
y comprendiendo la inutilidad de tales tentativas, un hombre comienza a ver la legitimidad de
esta condición.
"Además, hay otra razón, no menos importante: es muy difícil para un hombre guardar
silencio acerca de las cosas que le interesan. Le gustaría hablar de ellas a todos aquellos con
quienes suele compartir sus pensamientos, como él dice. Este es el más mecánico de todos los
deseos y en este caso el silencio es la forma de abstinencia más difícil. Por el contrario, si un
hombre comprende esta regla, o al menos, la sigue, constituirá para él el mejor de los
ejercicios para el recuerdo de sí y para el desarrollo de la voluntad. Sólo un hombre capaz de
guardar silencio cuando es necesario puede ser su propio amo.
"Para muchas personas — especialmente para aquellas que acostumbran a considerarse como
serias y sensatas, o como reservadas, amantes sobre todo de la soledad y de la reflexión — les
es muy difícil reconocer que una de sus características principales es el parloteo. Por esta
razón esta exigencia es especialmente importante. Si un hombre se acuerda de esto y se
compromete a conformarse a ello, descubrirá numerosos aspectos de sí mismo que nunca
había notado antes.
"Además se les exige a los miembros de cada grupo decir a su maestro toda la verdad.
"Esto también debe ser comprendido claramente. La gente no se da cuenta del lugar inmenso
que ocupa la mentira en su vida, al menos la supresión de la verdad. Todos son incapaces de
ser sinceros tanto consigo mismos como con los demás. Ni siquiera comprenden que aprender
a ser sinceros cuando esto es necesario es una de las cosas más difíciles del mundo. Imaginan
que decir o no decir la verdad, ser o no sinceros, depende de ellos. Por consiguiente, deben
aprender a ser sinceros, y aprenderlo ante todo en relación con el maestro de su trabajo.
Mentir deliberadamente al maestro, o ser insincero con él, o simplemente ocultarle algo, hace
la presencia de éstos en el grupo completamente inútil y es aún peor que ser groseros o
descorteses con él o en su presencia.
"Lo que se exige luego de los miembros de un grupo es el recordar la razón por la cual han
venido al grupo. Han venido para aprender y para trabajar sobre ellos mismos — y para
aprender y trabajar, no de acuerdo a sus propias ideas, sino como se les dice que lo hagan. Por
lo tanto, si una vez en el grupo comienzan por sentir desconfianza hacia el maestro y a expresarla,
a criticar sus acciones, a demostrar que ellos entienden mejor que él cómo debería ser
conducido el grupo, y sobre todo si muestran una falta de respeto, aspereza, impaciencia,
tendencia a discutir, todo esto pone fin, de inmediato, a toda posibilidad de trabajo, porque el
trabajo no es posible sino en la medida en que la gente recuerde que ha venido para aprender
y no para enseñar.
"Cuando un hombre comienza a desconfiar de su maestro, el maestro pierde toda utilidad para
él, y él mismo se vuelve inútil para el maestro, y en este caso, es preferible para él que se
marche y busque otro maestro o trate de trabajar solo. Esto no le hará ningún bien, pero en
todo caso le hará menos daño que mentir, o suprimir la verdad, o resistir y desconfiar del
maestro.
"Además de. estas exigencias fundamentales, se presume, por supuesto, que los miembros de
cada grupo deben trabajar. Si se contentan con frecuentar el grupo y no trabajan, sino que sólo
imaginan que están trabajando, o si consideran su mera presencia en el grupo como trabajo, o
también como sucede a menudo, asisten a las reuniones como pasatiempo, considerando al
grupo como un lugar para encuentros agradables, entonces su «presencia» en el grupo se
vuelve completamente inútil. Y cuanto antes sean despedidos o salgan por su propia decisión,
tanto mejor será para ellos y para los otros.
"Las exigencias fundamentales que han sido enumeradas determinan las reglas obligatorias
para todos los miembros de un grupo. En primer lugar, estas reglas ayudan a todo aquél que
quiere realmente trabajar en substraerse de miles de cosas que puedan detenerlo o dañar su
trabajo, y en segundo lugar le ayudan a recordarse a si mismo.
"Sucede muy a menudo, al comienzo del trabajo, que una u otra regla disgusta a los miembros
de un grupo. Y hasta llegan a preguntar: ¿No podemos trabajar sin reglas? Las reglas les
parecen como un constreñimiento inútil impuesto a su libertad, o como una formalidad
fastidiosa; y el hacerles recordar sin cesar estas reglas lo toman como una muestra de
animosidad o descontento de parte del maestro.
"En realidad las reglas constituyen la primera y principal ayuda que reciben del trabajo. Es
evidente que las reglas no tienen por objeto el entretenerlos, darles satisfacciones, ni hacerles
las cosas más fáciles. Las reglas persiguen un objetivo definido: el hacerlos comportarse
como se comportarían si fuesen, es decir, si se recordasen a sí mismos y comprendiesen cómo
deberían conducirse con la gente fuera del trabajo, con la gente en el trabajo, y con el maestro.
Si pudiesen recordarse a sí mismos y comprenderlo, ninguna regla sería ya necesaria. Pero al
comienzo del trabajo no son capaces de recordarse a sí mismos, y no comprenden nada de
todo esto, de modo que estas reglas son indispensables; y las reglas no pueden ser jamás
fáciles, placenteras o cómodas. Por el contrario, deben ser difíciles, desagradables e
incómodas; de otro modo, no responderían a su propósito. Las reglas son los relojes
despertadores que sacan al durmiente de su sueño. Pero éste, abriendo los ojos por un
segundo, se indigna cuando oye sonar el reloj, y pregunta: ¿No puede uno despertar sin todos
estos despertadores?
"Al lado de estas reglas generales, hay ciertas condiciones particulares que también se le
imponen a cada persona; se relaciona generalmente con su defecto o rasgo principal.
"Pero aquí hay que dar unas explicaciones.
"El carácter de todo hombre presenta un cierto rasgo que le es central — comparable a un eje
alrededor del cual gira toda su «falsa personalidad». El trabajo personal de todo hombre tiene
que consistir esencialmente en una lucha con este defecto principal. Esto explica el porqué no
puede haber reglas generales de trabajo y por qué todos los sistemas que intentan establecer
tales reglas, o no conducen a nada o causan daño. ¿Cómo podría haber reglas generales? Lo
que es necesario para uno es dañino para otro. Un hombre habla demasiado; debe aprender a
callar. Otro hombre se queda callado cuando debe hablar y debe aprender a hablar — así es
siempre y en todo. Las reglas generales del trabajo de los grupos se refieren a todo el mundo.
Las indicaciones personales no conciernen a nadie sino a quien están destinadas. Nadie puede
descubrir por sí solo su rasgo o su defecto más característico. Esto e? prácticamente una ley.
El maestro tiene que enseñarle al alumno su defecto principal y mostrarle cómo combatirlo.
Sólo el maestro lo puede hacer.
"El estudio del «defecto principal» y la lucha contra este defecto, constituyen, en alguna
forma, el sendero individual de cada hombre, pero la meta debe ser la misma para todos. Esta
meta es el darse cuenta de su propia nulidad. Un hombre debe ante todo convencerse
verdaderamente y con toda sinceridad de su propia impotencia, de su propia nulidad; y es sólo
cuando llegue a sentirla constantemente que estará preparado para las próximas y mucho
mas difíciles etapas del trabajo.
"Todo lo que ha sido dicho hasta ahora se refiere a grupos reales conectados con un trabajo
real; y este trabajo, a su vez
se conecta con lo que hemos llamado el «cuarto camino». Pero hay muchos seudo-caminos,
seudo-grupos y seudo-trabajos que son sólo imitaciones exteriores. No se trata ni siquiera de
magia negra.
p.d. ouspensky. fragmentos de una enseñanza desconocida.

Comentarios

Lorena Marchk ha dicho que…
Fragmentos es un gran libro. Me gusta este blog.

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